Fundación Contemplare
dulces navideños para ayudar a los monasterios todo el año
En España hay 735 monasterios, donde oran y laboran más de ocho mil monjas y frailes. Concretamente, 8.326 personas consagradas a la vida contemplativa.
Su jornada está llena de actividad, marcada por la Liturgia de las Horas y la cadencia del trabajo, el refectorio, el descanso o la recreación en comunidad. Pero ese orden que serena las almas está lleno de anécdotas y de huéspedes: desde los que buscan un entorno favorable al discernimiento para un momento concreto, hasta los estudiantes que preparan oposiciones concentrados, e incluso los que se dicen no creyentes pero encuentran un hecho espiritual en este tipo de lugares. Y el ajetreo diario del vecino que ayuda con la leña, o del sacerdote que necesita quien le lleve a visitar otra abadía porque su coche no arranca, o la monja que se ocupa de las abejas y tiene que apañarse como sea para bajar la cuesta a tiempo. Además del arte y los museos que albergan muchos de estos muros.
Ni aburrimiento ni monotonía. Los que hacen mermeladas, tienen sus cuitas con las frutas frescas para que no se pasen y sus trucos para quitar las manchas o envasar al vacío como antaño. Los que reparan iconos o encuadernan libros, huelen a cuero y a serrín, y atesoran técnicas milenarias que jamás saldrían rentables si hubiera que calcular según mercado. En algunos huele a horno caliente desde que sale el sol y en otros se hacen helados gourmet, o se borda ropa de bebé primorosa. Se cura el queso, se ordeñan vacas, se pelan pistachos, se envasa aceite. ¡Hay quienes construyen bases de datos y alimentan asientos contables en remoto! La rutina de la vida monástica solo es un cliché.
Hace cinco años, un grupo de laicos que habíamos ido descubriendo todo esto y enamorándonos de esa vocación cada uno por su cuenta, decidimos crear la Fundación Contemplare, con el fin de ser un puente con “el mundo”, de aliviarles en las tareas que a ellos les cuestan o les distraen de su esencia y, en definitiva, difundir la riqueza de la vida contemplativa y darla a conocer a la gente. ¡Gente que ni sospecha que aún haya alguien tan “loco” como para encerrarse voluntariamente ahí! Si nosotros –una experta financiera, una empresaria madre de familia, una química, catedráticos, periodistas, abogados, historiadores– podemos ayudarles de alguna manera, para eso nacimos.
Y este Adviento nos hemos lanzado a la mayor aventura de las muchas que hemos vivido ya: ¡Primera Feria Monástica, nada menos que en la Plaza Mayor de Madrid! Los mejores productos de 80 conventos y monasterios, reunidos en la Casa de la Panadería para dar a conocer la riqueza y el patrimonio de nuestros contemplativos, que va muchísimo más allá de los dulces y los belenes. El gran público ha descubierto también los quesos y la cerveza de los monjes, la ropa de bebé bordada a mano por las monjas mientras rezan por ese embarazo, o la cosmética 100% natural y resultados epatantes. Ahora, esos mismos productos, están en el centro de Oviedo, en ocho cabañas rústicas: hasta el 5 de enero, los monasterios protagonizan por primera vez la Navidad de la capital asturiana.
Durante el resto del año, tenemos la tienda física de la Fundación Contemplare en Aravaca, Madrid (justo detrás del hospital de la Zarzuela) y además la web www.fundacioncontemplare.org, que cambia continuamente según los alimentos de temporada y las necesidades de cada momento.
Y siempre, la certeza de que la vida y el trabajo #MadeinPrayer son los que vale la pena compartir.