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Llega el verano, llega el calor… La virtud de la Modestia

Empezar

¡Por fin llega el verano! Esta simple frase, que muchos de nosotros gritamos con alegría por todas las connotaciones que implica (vacaciones, descanso, relajación…) abre la puerta a un periodo en el que determinados aspectos de nuestra vida deben ser cuidados con más atención, y no de una forma superflua, sino entendiendo el porqué de dicha necesidad de cuidado.

El verano implica más calor, y, por lo tanto, la utilización de una ropa más ligera, más relajada, que nos permite precisamente lidiar con esas mayores temperaturas. Pero el problema es que hoy en día la frontera entre el uso de una ropa que nos permita efectivamente mantenernos algo más frescos y su utilización con el objetivo de exhibir de una forma indecorosa nuestro cuerpo, nuestra intimidad, es cada vez más fina. Y en el ámbito juvenil y adolescente, y más marcadamente en el femenino, dicha frontera, si cabe, es tan fina que ya prácticamente ni existe. Todos somos conscientes que a la hora de elegir la ropa de nuestras hijas para el verano (también para el invierno…) nos encontramos con serios problemas, ya que la ropa que se pone a la venta es cada vez menos respetuosa con la dignidad de la persona. Se diseña para enseñar, para mostrar, para exhibir, convirtiendo nuestros cuerpos, los de nuestras hijas, en una mercancía que se exhibe y que es así percibida por el entorno. Sin darnos cuenta, nuestra forma de vestir puede hacer que nos cosifiquemos, que seamos percibidos como un objeto carente de un valor mucho más profundo que aquél que muestra nuestro físico, nuestro aspecto.

Entra aquí en juego la virtud de la modestia, aquella que “regula los movimientos del cuerpo, la vestimenta, los gestos y las palabras”. El mundo actual, la sociedad en la que vivimos ha ensalzado el cuerpo como un valor absoluto, llegando hasta el punto de cosificar a la persona. Impone modas en la vestimenta que precisamente buscan afirmar esa supremacía de la apariencia, del exhibir, pero no busca ensalzar la belleza del cuerpo. Al contrario, esta cosificación del cuerpo al que apuntan gran parte de las modas vigentes degradan el sentido del mismo, aquello a lo que está llamado, y al final causan heridas muy profundas en el ser humano y en nuestras hijas adolescentes.

La virtud de la modestia nos recuerda que nuestro cuerpo fue creado a imagen de Dios. Y a través de la modestia modelamos precisamente el lenguaje que nuestro cuerpo comunica, preservando la dignidad que tenemos como hijos de Dios.

Aprovechemos esta oportunidad que nos brinda el verano para no dejarnos arrastrar por las modas y cuidar cómo nos vestimos, no buscando un puritanismo irracional sino buscando precisamente ensalzar y proteger la belleza de nuestro cuerpo (además, sexuado, diferente entre hombre y mujer). Es un buen momento para acompañar a nuestras hijas a comprar su ropa, compartiendo con ellas el por qué a lo mejor determinado traje de baño no es el más apropiado, y si los “shorts” que se quiere comprar a lo mejor son demasiado “short”. Demos razón del por qué en positivo, no en negativo. Y no olvidemos que nosotros mismos somos el primer ejemplo para nuestras hijas. Cuidemos la forma en la que nos vestimos, la modestia en nuestro vestir, y el sentido damos a la belleza del cuerpo y su respeto.

Y finalmente, y porque no todo vale, cuidemos nuestra indumentaria este verano considerando los lugares a los que acudimos. Porque seamos realistas… cuando queremos dar importancia a un evento, cuidamos nuestra apariencia, nos “ponemos guapos”. Cuidemos aquello que verdaderamente valoramos. Porque no todo vale.

Con respecto a la virtud de la modestia, os recomendamos dos libros:

  1. “Elogio del Pudor” de José María Iraburu. Texto que profundiza en el sentido del pudor a la luz de la Sagrada Escritura (JMI-PUDOR.p65 (gratisdate.org))
  2. “Retorno al pudor” de Wendy Shalit. Este libro aborda los fundamentos del pudor desde la moral natural dada a toda persona.
  3. “La supresión del pudor y otros ensayos” de Jacinto Choza
  4. “Las verdades robadas” de Miguel Ángel Fuentes, sobre todo el capítulo 8: la verdad robada sobre tu sexualidad, acerca de como no puede existir educación de la castidad sin el desarrollo del sentimiento del pudor.