En un mundo cada vez más conectado, el FOMO (miedo a perderse algo) se ha convertido en una preocupación constante, especialmente entre los adolescentes. Este fenómeno, potenciado por las redes sociales, los impulsa a estar siempre al día de lo que hacen los demás y les genera la necesidad de participar en todos los planes para no sentirse excluidos. En este texto, exploramos cómo el FOMO afecta a los jóvenes y ofrecemos pautas para ayudarlos a gestionar este miedo, buscando un equilibrio entre el mundo digital y el real.

¿Alguna vez has pensado que nuestros hijos, o incluso nosotros mismos, estamos más pendientes de grabar un concierto y compartirlo en redes sociales que en disfrutar del propio espectáculo? ¿O qué dedicamos más tiempo a tratar de conseguir la foto perfecta de ese desayuno “aesthetic” que en disfrutar del desayuno en familia? No lo podemos negar, estamos pendientes de estar y de dar testimonio que hemos estado, de conseguir “likes”; y al mismo tiempo comparamos las redes sociales de amigos para asegurarnos de que no nos estamos perdiendo ninguna experiencia interesante. La posibilidad de “no estar” nos produce ansiedad, inseguridad y miedo. Este miedo, muy vinculado con la era digital y con las redes sociales, se conoce como FOMO, Fear of Missing Out o Miedo a Perderse Algo, y se caracteriza por la ansiedad o preocupación que experimenta una persona al sentir que está perdiéndose una experiencia o un momento importante.

El FOMO es un síndrome que afecta especialmente a los adolescentes, y su impacto no se limita a una preocupación por no participar en un plan. Se convierte en una necesidad constante de mantenerse al día, de estar continuamente conectados a las redes sociales y de participar en todas las actividades sociales que se presenten. Esta necesidad, casi enfermiza, de estar al día de lo que hacen sus amigos y la posibilidad de perderse un plan, genera en ellos una gran ansiedad por las expectativas sociales que ellos mismos o su entorno, les han impuesto.

La necesidad de estar al día genera en los adolescentes, por una parte, una dependencia excesiva de los dispositivos electrónicos, y por otra, una desconexión de la realidad y una idealización de la misma: El adolescente sólo ve lo que sus amigos han querido mostrar, una información sesgada en 

la que sólo se muestra lo divertido, los mejores momentos del plan, y que contribuyen a crear comparaciones y generar una sensación de frustración por no estar al nivel.

Para evitar esta sensación de exclusión o de no estar a la altura, muchos jóvenes terminan tomando decisiones contrarias a lo que realmente desean: Se apuntan a planes que no les apetecen o con gente con la que no tienen afinidad, alargan las noches a pesar de estar cansados o con ganas de irse a casa… Y estas decisiones acaban generando en ellos un malestar, porque normalmente, nada de lo que sucede en esos planes no-deseados, compensa el cansancio o la sensación de haber estado haciendo cosas en contra de su verdadera voluntad.

Este ciclo de ansiedad, decisiones impulsivas y frustración puede causar un impacto profundo en su bienestar emocional y en su capacidad para disfrutar de la vida real. Como padres, debemos de tratar de identificar si nuestros hijos padecen FOMO y ayudarles a gestionar este síndrome.

Es fundamental poner en valor sus propias personalidades, así como sus intereses y hobbies, animarlos a seguir con ellos sin tratar de seguir las tendencias que marca la moda.

Debemos enseñarles a valorar lo que tienen y a disfrutar de ello, y no enfocarse en lo  que les falta. Las redes sociales pueden generar una sensación constante de comparación y presión, por lo que es importante que aprendan a valorarse y a estar agradecidos por lo que tienen, sin compararse con los demás. Además, hacer hincapié en que las redes sociales raramente muestran la realidad completa. Tienen que ser conscientes que suelen ser vidas idealizadas y que no hay que tratar de imitarlas.

Y finalmente, enseñarles a que disfruten del presente, sin la necesidad de compartirlo online y sin que les importe lo que se están perdiendo. Si les enseñamos a estar presentes, a disfrutar de las pequeñas cosas y a no caer en la trampa del FOMO, les estaremos dando las herramientas para una vida más equilibrada y en paz, tanto en el mundo digital como en el real.

Si quieres saber más sobre cómo se sienten los adolescentes con FOMO, la ansiedad, insatisfacción y la presión que experimentan para estar siempre conectados y no perderse nada, puedes consultar este artículo publicado en Alfa y Omega:

https://alfayomega.es/fomo-el-miedo-a-perderse-en-la-era-digital/