LA DIFUSIÓN DE LA ESPERANZA

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Cada vez es más recurrente en nuestros entornos laborales, familiares, de amigos, e incluso entornos de fe, caer en la tentación de ver “lo mal que está el mundo”, “lo mal que está España”, “las cosas que pasan en la iglesia”…. “lo mal que está todo”. Incluso expresiones del estilo de “A ver si cae ya el meteorito y esto se arregla”, nos hacen sucumbir en una desesperanza que nos ahoga y nos impide a veces vivir una vida plena.

No hay que negar que los tiempos son complejos, que los patrones y modelos propios de la cultura y civilización cristianas en occidente están intentando ser desplazados (con bastante éxito por cierto) por una civilización nueva con postulados basados en ideologías y teorías que supuestamente se adueñan de la verdad y de la receta para la felicidad, basadas en el hedonismo y desplazando todo aquello que nos ha conformado como sociedad hasta ahora.

Pero en este contexto, insistimos complejo, no es menos cierto que debemos ser focos de luz, ser focos de esperanza, y poner el foco fijándonos también en las cosas que sí están bien, y sobre todo propiciar que nuestros hijos también lo sean, y sepan ser partícipes y artífices de tanto bien. Y no tener miedo hablar más de ello en todos esos entornos mencionados; transmitir ESPERANZA.

Pero a ¿a qué “cosas que sí están bien” nos estamos refiriendo? Son cientos de iniciativas de evangelización, cientos de iniciativas para ayudar a los necesitados, cientos de carismas de transmisión de la fe y de transmisión de la alegría de Jesucristo resucitado y vencedor de la muerte.

En este post queríamos poner en valor a los cientos y miles de jóvenes que se dedican a la alegría de la transmisión del evangelio a los demás y a la alegría de ayudar a los necesitados: Misión y Voluntariado, y a la contribución que hacen en la tan necesaria difusión de la ESPERANZA.

Necesitamos de la Esperanza y necesitamos que nuestros hijos miren al futuro con ilusión y esperanza, con la alegría de saber como ya dijera San Juan Pablo II en 2003 a miles de jóvenes en Cuatro Vientos: “Que vale la pena luchar por la causa de Cristo”.

Es una maravilla ver la labor de tantos jóvenes que por unas horas se olvidan de sí mismos y se dedican a los demás; a ir por los asilos, residencias, parroquias, barrios marginales, hogares de acogida, centros de discapacitados, comedores sociales, pueblos de la España vaciada, a transmitir a Dios. Su labor consiste en dedicar un rato a los más necesitados, cantando, jugando, rezando el rosario, hablándoles de Dios y estando con ellos. Es una verdadera alegría ver que regresan a casa felices; es un testimonio la experiencia de encuentro con Cristo que para ellas supone y la Esperanza que transmiten.

También vale la pena destacar los medios de evangelización que arrasan entre los jóvenes: retiros de Bartimeo, retiros de Effetá, Hakuna, y tantas iniciativas…. Es impresionante observar lo transformados que vuelven nuestros hijos cuando acuden a ellos. Impresiona verlos adorar al Santísimo Sacramento con la oración, con canciones, y entregarse al servicio a los demás.

Fomentemos que nuestros hijos sean partícipes de toda esta belleza, “hagámosles Influencers de la Esperanza”, que sepan transmitir que aspiramos a la vida eterna, apoyándonos no en nuestras fuerzas sino en las de Jesucristo.

Que nuestros hijos “pertenezcan a algo”, que nuestros hijos sean miembros de alguno de todos estos instrumentos de bien (cada uno en el que más se vean, pero en alguno). Que se den a los demás y que sean Difusores de Esperanza.

Benedicto XVI, acuñó el término “Minorías Creativas”, como vaticinio de por donde debería ir la recuperación de las raíces cristianas de Occidente. No podemos sacar a nuestros hijos del mundo, pero sí podemos enseñarles a mirar y ser partícipes de la belleza del mundo y de la alegría del mundo.

Se acerca la Semana Santa, ojalá la alegría de la inminente celebración de la Resurrección del Señor nos haga irradiar Esperanza, y por ello no se me ocurre  mejor imagen para este post que la imagen de la Esperanza Macarena, acudamos a nuestra madre cuando no tengamos esperanza.