

PLANES QUE NOS PROPONEN NUESTROS HIJOS ADOLESCENTES
Desde la red de padres queríamos hacer una reflexión sobre ese tipo de planes que nos proponen nuestros hijos, principalmente viajes con amigos en época de vacaciones tales como viajes de surf, viajes a esquiar en navidades o en los días no lectivos de febrero, viajes de fin de colegio tipo inter rail… o incluso también planes de fin de semana, es decir, todos aquellos planes, que cuando nuestros hijos nos lo plantean normalmente acompañan la coletilla de “va todo el mundo” y cuando uno pone cara de circunstancia ante el asalto inesperado del hijo, estos añaden “va literalmente todo el mundo ¿no voy a quedarme yo sola/o sin ir no?
Antes de ceder ante la presión de nuestros hijos y del ambiente, como padres deberíamos reflexionar si lo que se ve, se vive, se alienta desde ese tipo de planes es lo que queremos que vean, vivan, experimenten nuestros hijos de 15, 16 y 17 años.
Podemos tender a comparar los planes que pudimos hacer nosotros a su edad y los que nos plantean ellos y pensar que son similares, pero ¿la sociedad es realmente la misma? ¿Estábamos nosotros tan expuestos? ¿Nuestros errores podían convertirse en virales en cuestión de segundos? ¿En pocos minutos podían congregarse miles de personas sin haber sido previamente citadas? ¿Teníamos acceso a la pornografía en cualquier lugar y a cualquier hora? ¿Era tan delgada la línea entre el bien y el mal como ahora? ¿Valía todo?
La sociedad ha cambiado. Ya no se dan por supuesto unos valores que tradicionalmente habían sido aceptados y que servían como guía de conducta, sino que hoy todo es relativo, todo vale. El abanico de posibilidades que se ofrece a nuestros hijos es amplísimo, incluso en el campo de las relaciones personales todo es bueno, todo se permite, invitando a nuestros hijos a probarlo todo, buscando únicamente el placer y satisfacción personal de uno.
El contexto externo es muy agresivo. No podemos ser ingenuos y pensar que los problemas de otros a mi hijo no le van a pasar. No podemos cerrar los ojos ante una realidad que es la que les ha tocado vivir a ellos. Y no se trata de vivir con miedo o angustia, ni mucho menos, pero sí ser conscientes de lo que hay y educar en consecuencia, aportándoles las herramientas necesarias, toda la formación que necesiten, fijando los límites que consideramos fundamentales, forjando su voluntad y haciéndoles responsables de sus acciones para asumir las consecuencias que se desprendan de ellas.
Todo ello no es sobre proteger, porque no se trata de que no se equivoquen, de que no fallen nunca. Se equivocarán y nos tocará estar a su lado y ayudarles a superarlo.
Pero no dejemos a un lado todo lo que creemos por no llevar la contraria a mi hijo, por evitar una discusión o porque creamos que es el único/a que no va a hacer un plan. El día de mañana nos lo agradecerán.
A continuación os dejamos unos extractos de un artículo muy interesante de Natalia Barcáiztequi, experta en educación de adolescentes y autora del libro Sexualidad en la generación del Rollo (Rialp, 2019) publicado en la edición número 69 de la revista Misión sobre los adolescentes.
https://www.revistamision.com/natalia-barcaiztegui-adolescentes-23-anos/
“Los medios de comunicación desempeñan un papel fundamental en la pérdida de la inocencia de los niños porque normalizan comportamientos y conductas que no tienen nada de normal. Los niños están expuestos a experiencias que no corresponden a su maduración personal y que crean en ellos necesidades y comportamientos inadecuados para su edad.”
“En general, hay una nueva forma de ver el mundo, y a los padres nos cuesta entender que el contexto externo que rodea a nuestros hijos les invita a tener unas vivencias y una visión de las cosas que nosotros desconocemos. Esta forma de entender el mundo exige aplicar un modelo educativo diferente.”
“¿Cuál es la amenaza principal para los adolescentes de hoy? Una de las cosas que más me preocupa es la inmersión en el relativismo que lleva a negar la existencia de verdades absolutas. Nuestros jóvenes buscan verdades que se adapten a sus necesidades, y suelen ser las menos exigentes. Acaban haciendo lo que les apetece, y convierten en normal lo frecuente, bajo la justificación de que “todo el mundo lo hace”. ¿Esto en qué se nota? Una vez más, en el campo de la sexualidad es evidente. Aunque ven que no son felices, se escudan en “lo que les pide el cuerpo” para hacer aquello que produce bienestar, sea bueno o no para ellos. Sin criterio, sin que la inteligencia y la voluntad formadas guíen su afectividad. Eso es lo que fomenta la cultura actual: “fluye”, “haz lo que te apetezca”. Les faltaría añadir: “Aunque te destruya”. El contexto externo es tan agresivo que el adolescente necesita de mucha formación y desarrollo de la voluntad para poder hacerle frente.”
“Hoy no se corrigen conductas que entorpecen la madurez adulta; la permisividad es casi total. Hay que mantener los límites con autoridad, convencidos de que es por su bien. El adolescente que tiene límites se siente seguro y querido, aunque proteste. No es preciso prohibirlo todo, pero sí aquello que entorpece su desarrollo personal o es peligroso para ellos.”