Os recomendamos una novela juvenil de la autora Lucía Martínez Alcalde (Burgos, 1989), periodista y escritora.
Tras su primera novela (“Me debes un beso”, Ediciones Palabra), recientemente ha publicado su segunda novela, “Por donde entra la luz”, editorial Homo Legens. Es una novela especialmente dirigida a los lectores jóvenes, ambientada en una realidad muy actual, gracias al lenguaje y las conversaciones de los protagonistas, así como el tono del libro, la combinación de poesía y literatura (con poemas de Neruda o Juan R. Jiménez) y las citas musicales que incluye (Imagine Dragons o Pink, entre otros).
La novela, escrita en primera persona, habla sobre los miedos, las dudas y los conflictos de una chica de 17 años, abordando el tema del enamoramiento juvenil, con profundidad y sin caer en estereotipos románticos, enganchando desde el principio, emocionando al lector e invitándole a reflexionar.
La novela narra el verano que transforma la vida de Elena, la protagonista, que ha terminado de forma desastrosa segundo de Bachillerato, con la mitad de las asignaturas suspendidas, ha roto con su novio y, además, tiene malas relaciones familiares con sus padres. Para centrarse en el estudio, sus padres deciden enviarla a pasar el verano en casa de su abuela, en un pueblo de la costa levantina.
El verano en la casa de su abuela es un horizonte poco prometedor, pero un día se deja asombrar por la luz que se filtra a través de una rendija… «De repente sentí que había abierto una rendija en una puerta, y que por ahí se colaba un poco de luz, y que no estaba segura de poder —ni de querer— cerrar, que por una parte deseaba mantener así y ver qué pasaba, si del otro lado alguien la abría más, alguien entraba, pero por otra parte me aterraba la sensación de pérdida de control. Antes de entrar en casa, miré a la luna, ya más alta en el cielo y de vuelta a su característico color plateado: “Todo por tu culpa”».
Aunque ese verano Elena no pensaba tener vida social, acaba entrando en contacto con un grupo de amigos universitarios, hasta que se fija en Nacho, que estudia Ingeniería en Madrid y con el que coincidió cuando eran niños.
Desde entonces, Elena se enfrenta con otra actitud a los problemas, se llena de optimismo, cambia su idea del amor y empieza a valorar las cosas con una perspectiva más profunda.
El libro aborda temas universales. Además del amor juvenil, trata sobre el amor entre padres e hijos, el cuidado de los mayores, la enfermedad y la muerte, o la importancia de los amigos.
“Porque que las cosas vayan bien no tiene que ver con que todo te sonría y seas fácil, ni con el karma, ni con el buenrollismo o un optimismo ingenuo cantado en un gran éxito del verano. Tiene que ver con vivir entre las horas de los días a la manera de Unamuno, contemplarlo todo bajo la luz adecuada, con la mirada correcta. Porque despreciar como no válidos los momentos de la vida en los que sufres es vivir a medias, después del doble arcoiris tras la tormenta… es fallar en descubrir los matices de los colores del mundo… Admitir el sufrimiento en nuestras vidas es asumir nuestra vulnerabilidad y eso a veces da miedo, pero es lo que nos lanza unos a otros, lo que nos permite la experiencia de sentirnos en casa en los brazos de quienes nos quieren.”